foto portada ©xisco fuster
¿Qué es una fotografía perfecta?
Vamos a diferenciar primero la fotografía perfecta personal, en la que sale, por ejemplo, nuestro ser querido en uno de los mejores momentos de nuestra vida juntos antes de que se lo llevara la muerte y la fotografía ante la que cualquier persona, ajena a nuestro entorno personal, se va a quedar parada mirándola.
Hay un tercer tipo de fotografía perfecta. Aquella que pasa a la historia retratando un suceso inolvidable, figura en los libros y, de alguna manera, se convierte en el vínculo por el que somos capaces de recordar el suceso.
Hablemos de la segunda fotografía perfecta, aquella que podemos conseguir si nos empeñamos, si perseveramos, si nos sumergimos por debajo de los asuntos veloces que únicamente nos llevan a ser robots.
Siempre pongo como ejemplo que una buena foto es aquella que colgarías en una de las paredes de tu casa.
Y la dejarías ahí, porque permanecerá viva. Cuando la ves por las mañanas, te conmueve, forma parte de ti. Los amigos te hablan de ella cuando te visitan. Y hablan de la foto cuando te recuerdan.
Suena a algo idílico, ¿verdad? Es cierto que la mayoría de las personas no repara en las obras de arte (por eso no las entienden). Si ven fotos, las miran a toda velocidad, sean perfectas o simples reflejos de una curiosidad. Y todas las fotos mueren desterradas con la aceleración más feroz del olvido.
Bueno, de ti depende la calidad de las personas que te rodean; de todos modos, creo que, si eres artista, no eres muy sociable, aunque te gustaría.
El reflejo de una curiosidad
A veces, los más avezados fotógrafos damos con un reflejo curioso y fotografiándolo reafirmamos la creencia de que somos capaces de ver más allá de la realidad que se nos muestra cada día. Arañamos el entorno con nuestra mirada afilada y vemos ese pequeño detalle rojo sobre un fondo azul y lo fotografiamos. Damos con una composición extraña que lleva al espectador a sentir un efecto óptico diferente. O pillamos un rayo de sol colándose en una sala oscura.
Son curiosidades, divertidas, pero no necesariamente suficientes para crear una foto buena, y mucho menos perfecta.
Y las publicamos en Instagram y se nos llena de 'megustas'. Nosotros nos alegramos, porque por fin alguien valora nuestro trabajo. Pero pronto comparamos con otras fotos nuestras que se aproximan a la perfección, publicadas en el mismo sitio, y pocos las valoran. Yo a veces me he dicho, bueno, si no tiene 'megustas' es porque no saben ver la foto, pero estoy seguro que muchos posibles buenos fotógrafos acaban vendiéndose a las reglas impuestas por la vulgaridad y acaba haciendo solo fotos encorsetadas para el móvil y empaquetaditas en una proporción cuadrada.
Hace falta más. Hace falta que la foto hable. Que la foto permanezca viva después de verla por primera vez, que vaya más allá de la sorpresa, de la curiosidad, que se sumerja en nuestro inconciente.
Sigamos con la búsqueda de la fotografía perfecta.
Primero, debemos esmerarnos en retratar esa curiosidad de mil maneras diferentes. El arte nunca llega por casualidad. A veces la fotografía perfecta llega porque llevas meses o años persiguiendo una misma curiosidad. Y la vas puliendo. Pero eso no es una casualidad, sino una misión vital.
Es decir, debemos estudiar la curiosidad, perseguirla, preguntarle qué va a transmitir en nuestra fotografía.
Y dispararás una y otra vez, en verano y en invierno, de día y de noche. Esta tarea es la que te va a dar la foto perfecta.
El arte es el fruto maduro de una obsesión.
Y es maduro porque aprendes. Aprendes los matices de los colores. Sabes ver en la realidad qué es azul y cómo lo va a leer la gente. Es decir, tú verás el azul del cielo reflejado en el contorno del iris y el resto del mundo te dirá que no, que eso es blanco.
Educas tu manera de ver los colores, las líneas, las manchas, los reflejos y las sombras como parte tan sustancial como los objetos sólidos y esta manera de ver, una manera de ver profesional, conseguirá que cuando muestres una fotografía tuya, la gente sienta cosas que no puede reconocer en tu foto, pero sí sentir en su cabeza como un ente vivo.
Y después nunca estás contento
Cada vez te vuelves más exigente con lo que haces. Tus ideas, que al principio te parecen únicas, las ves "más tarde, copiadas" (copiadas previamente, claro) por otros. Tus ideas, que, cuando se te ocurren, segregan una sobredosis de endorfinas que te otorgan una felicidad inverosímil, se convierten en gérmenes, solo en gérmenes, en el principio de un camino que a veces se hace corto, pero en la mayoría de las ocasiones te lleva tiempo y tiempo, disparos y meditaciones y más disparos.
Génesis de la perfección
Para que veas cómo esta el mundo. Si escribes "fotógrafo perfecto" en google, solo salen fotógrafos de bodas.
Aquí estamos hablando de arte. Queremos, porque necesitamos, que la Fotografía adquiera la dignidad que merece como una manifestación autónoma del arte.
La estamos viendo crecer desde que nació y seguirá creciendo con el paso de los inventos digitales con un disparador.
Básicamente, la fotografía es una representación de la realidad, en dos dimensiones. Eso permanece como inalterable en su definición.
Nos horrorizamos con la perversión que entraña la vulgarización de un oficio que antes pertenecía solo a algunos. Ahora todo el mundo hace fotos y, si dispone de una réflex, es además fotógrafo. Algunos, muy optimistas, incluso se definen como fotógrafos profesionales.
Pero eso es solo el primer golpe. Habrá más golpes. Y debemos superarlos todos.
Seamos positivos. El mundo es de los seres positivos. Porque los seres positivos perseveramos.
De alguna manera, que todos dispongamos de un artilugio para sacar fotos, hace que los que adoramos la Fotografía la pulamos, la trabajemos más.
Seguramente, la Fotografía acabará perdiendo su esencia de las dos dimensiones, alto por ancho, en papel o en una pantalla. No sabemos.
Nos encontramos en un momento de cambio y nadie sabe con qué se quedará el genero humano cuando hablamos de apetencias en imágenes.
No sabemos si el oficio acabará desapareciendo. No sabemos si las imágenes serán el único modo de subsistencia porque acabaremos viviendo mil siglos enchufados a una máquina y lo único que funcionará es nuestra mente alimentada de imágenes que habrán recolectado seres mortales buscando belleza.
Tomemos una referencia. Cuando salieron los primeros automóviles, los conducían personas con capacidad para hacerlo. Ahora, todo el mundo conduce y la profesión de conductor ha quedado relegada a los autobuses y camiones.
La perfección no existe, pero el ánimo que ponemos en acercarnos a ella, nos hace más exquisitos. Gracias a ello, somos capaces de asombrar a más personas con lo que hacemos.
En la actualidad, nos queda aprender a mirar de una manera diferente.
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