4 verdades sobre la realidad deformada
Lo que recoge tu cámara a través de las lentes de tus objetivos no es la realidad, por muy caros y “perfectos” que sean tus objetivos.
La Fotografía representa la realidad, no es la realidad misma.
1. Las aberraciones y deformaciones ópticas existen en todas las lentes
Las aberraciones ópticas se manifiestan dibujando una baja o deficiente nitidez, sobre todo en los márgenes de nuestras fotos. Las lentes de mala calidad acentúan estos defectos.
Los objetivos, además, deforman la realidad. En el caso de los grandes angulares (14-35 mm), solo tenemos que mirar a través de la mirilla de la puerta y pedir que alguien se acerque a ella para ver que su nariz es espectacularmente falsa.
Los grandes angulares “ahuevan”. Y los teleobjetivos “aplanan” la realidad; los volúmenes pierden intensidad.
2. Viciados
Nos hemos acostumbrado demasiado a la “manera de ser” de las lentes. Sabemos leerlas inconscientemente. Si algo aparece “ahuevado”, sabemos que lo tenemos cerca. Y si aparece “aplanado” deducimos que está lejos.
Sabemos que es falso pero lo aprobamos como cierto.
Y sabemos poner límites. Las fotografías 360 no las aceptamos como una representación de la realidad aceptable, sino como un juego divertido, una manera diferente de ver las cosas.
Con el retoque, ¿faltamos a la realidad o nos acercamos a ella?
Dependerá de la honestidad de nuestras intenciones. Si mostramos en una foto como la de aquí abajo un edificio con la perspectiva más cercana al surrealismo que al realismo, porque se inclina de manera exagerada, los observadores se sentirán felices y contentos porque sabemos descifrar esta anomalía.
Pero, gracias a simples herramientas de Photoshop como la de distorsionar, podemos aproximar lo recogido por nuestro sensor en algo más cercano a la realidad, no a la realidad aceptada en una foto distorsionada, sino a la realidad aceptada por lo que vemos todos los días a nuestro alrededor:
Es divertido que la herramienta se lalame "Distorsionar". Es verdad que distorsiona, pero lo hace para desdistorsionar lo que el objetivo no sabe captar.
También podemos cambiar la perspectiva con un simple movimiento de la escala. Obsérvese la siguiente foto:
El truco de esta foto, la segunda, es que, sencillamente, se ha apretado horizontalmente, se ha encogido en un formato cuadrado. No se ha recortado la foto rectangular en un cuadrado, sino que se ha encogido el rectángulo en un cuadrado.
Como es lógico, aquí cabe la interpretación de cada cual sobre el éxito de la maniobra, pero sirve para ejemplificar los límites de la realidad aunque esté distorsionada y diferenciarlo de la manipulación inaceptable.
A la gente le encanta la foto de la locomotora, según se demuestra en nuestro Instagram
¿Por qué? Empleé los medios que tenía a mi alcance para representar lo que dicta el título “Viaje al pasado”. Pensé: “un viaje al pasado se encuentra entre la imposibilidad física de desplazarse hacia él y la imaginación. Las ruedas atrancadas entre la vegetación, el óxido y una velocidad entre supersónica y falaz entendida en ese apretamiento…".
Ok, tú dirás que yo siempre anuncio a los cuatro vientos que una foto no se explica. Es cierto, no se explican, ¡jamás! Lo que trato de explicarte ahora es cual fue mi motivación como fotógrafo para que mi foto acabara encogida. No quiero venderte la foto, solo explicátela, de fotógrafo a fotógrafo, técnicamente, para que tú utilices el recurso si te conviene.
3. Cada cual a su rollo
Los hay que, siguiendo el mismo mensaje, habrían plasmado efectos diferentes en la misma foto, o no la habrían tocado. Bien. Allá cada cual.
Lo único que debe tenerse en cuenta en Fotografía, en mi opinión, es que si decidimos mostrar algo irreal, debemos dejar muy claro que es irreal. Si a un fotógrafo se le ocurre añadir un animal prehistórico volando en el cielo sobre la locomotora, el observador sabrá que es un montaje y podrá entregarse a una interpretación libre o rechazar la foto porque es un montaje.
Si lo que se coloca en ese mismo espacio de la foto de la locomotora es… no sé, un avión de pasajeros a una distancia entre lo real y lo irreal que insinúa que va a estrellarse contra la locomotora, pues estoy engañando al observador, porque por muy listo que sea, no hay suficientes pistas para averiguar la verdad: lo que muestro puede ser cierto o falso.
Jugaría a reirme del observador. No lo haría mi cómplice.
En este sentido, recuerdo una práctica común entre algunos de mis compañeros adolescentes del colegio. Consistía en dirigir ataques, normalmente en grupo, a una sola persona para infravalorarla porque no se había enterado de algo que en realidad solo era importante si lo medíamos con la intensidad de la burla que armaban los compañeros para sentirse superiores a él.
Después de las risas, si preguntabas qué estaba sucediendo, los manipuladores te contestaban con su remate: ¡Ah, es que no te enteras!
Y, por muy indiferente que te pareciera enterarte de esa cosa que ignorabas, quedabas siempre como un tonto.
De la misma manera, engañar en fotografía con un retoque de Photoshop malintencionado, tratar de hacer que el observador parezca tonto, es un insulto hacia el que podría apreciar tu trabajo.
En el caso del tren y su encogimiento, no hay falta a la verdad por ningún lado. Lo que aparece en la foto es real. Encoger la foto hace que la lectura del observador se beneficie de una sutil diferencia, pero no le estoy engañando. Más bien, le ayudo a comprender mi mensaje.
4. Libertad no es libertinaje
Siguiendo con lo aprendido en la escuela, esta distinción entre libertad y libertinaje es una de las cosas que sí me resultó útil en la vida. Libertad es cumplir con tus deberes y disfrutar de tus derechos; o sea, que si me encuentro un semáforo en verde, puedo pasar despreocupado sin detenerme a mirar si viene alguien. Libertinaje es hacer lo que te dé la gana sin pensar en los demás, con lo que los semáforos solo servirían para provocar accidentes.
Si usas los retoques de Photoshop para aproximarte a la realidad fotografiada, es lícito que lo utilices. Como fotógrafo, eres un comunicador. Del mismo modo, si usas Photoshop para hacer llegar tu mensaje de manera más intensa, porque has creado unas oscuridades y unas claridades no obtenidas en el momento del disparo, no solo es lícito crearlas, sino que es digno de ser aplaudido.
En cambio, si empleas el retoque para hacer lo que te dé la gana y burlarte de los demás...
Obtendrás la admiración de los idiotas.
De los idiotas que de verdad no-saben-pero-dicen-que-saben y de los idiotas que disfrutan pervirtiendo a los inocentes... Oye, es una fórmula para triunfar.
Punto final sobre el retoque
En el momento de disparar la foto de aquí abajo, me interesaban las luces, la pose, los detalles de la protagonista (los pies, el muslo, el hombro, la posición de la colcha y su color, complementario con el fondo azul). Y, muy importante, que estos elementos que acabo de citar se mantuvieran aislados de los contornos de la foto para hacerlos desaparecer en postproducción.
Trabajar así me proporciona una libertad enorme. Me despreocupo de requerimientos técnicos y me concentro solo en buscar una composición que enamore.
En el trabajo de postproducción: no se miente, no se exageran, suman o restan elementos camino al engaño.
Tras el revelado, reconstruí la punta derecha de la colcha, pasé la foto a blanco y negro, unifiqué el fondo en un tono oscuro, neutro, giré la foto... Estos actos tenían una misión: enaltecer la foto. Ninguno de los efectos miente.
Los puristas, claro, opinan que a foto disparada, foto aprobada, sin más. ¿No te parece un desperdicio?
Antes era más complicado el retoque. Por eso era casi imprescindible que todo en el encuadre se viera perfecto en el momento de disparar. Un trabajazo inmenso.
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