foto portada ©xisco fuster. Cartagena de Indias
4 verdades sobre los colores del planeta
Todos amamos nuestro país. El motivo es muy sencillo: nos hemos educado en sus brazos, con las cadencias de su clima, la longitud elástica de los días (los 'días nocturnos' del invierno y los 'días diurnos' del verano), la manera de ser de las personas que nos rodean, su manera de vestirse...
Ahora te afirmaré una obviedad y tú querrás irte a otra página, pero alerta porque estarás cometiendo un error.
No todos los rincones del planeta son iguales ni tienen las mismas costumbres ni los valores de belleza son los mismos.
Tú pensarás (en el fondo de verdad crees que es así) que esos valores extranjeros son feos, equivocados, incluso detestables. Lo mejor es a lo que estás acostumbrado, es lo tuyo. Algo exterior te parecerá exótico, pero no te irías a vivir con ello, porque no te pertenece.
Hasta que llega un momento en que abres los ojos.
Sales por el mundo y aprendes a mirar con los ojos de los habitantes de tierras nuevas. Cuidado, no hablo de un viaje de una semana al Caribe, tirarse en la playa y regresar con un bronceado en pleno invierno, sino de una implicación total con la esencia de otros territorios, la esencia de las personas y los detalles que más llaman la atención, ver con sus ojos, sentir con su manera de concebir el mundo que le rodea.
Lo que más me atrajo de mi primera salida fue la diferencia de los colores, sobre todo de los tonos de azul.
Mi concepto de la belleza, residiendo en una isla mediterránea, posee dos colores esenciales:
- el azul celeste, evocador, intenso
- y el dorado del sol, lánguido en sus largos ocasos estivales.
A veces, el azul y el dorado se juntan en el momento en que el aire se mezcla entre el día y la noche, engendrando un magenta, un púrpura de color intenso que enamora a cualquiera.
La casualidad me llevó a una gran urbe americana, cerca del ecuador. Los días y las noches poseen la misma envergadura, el clima es siempre el mismo, en enero y en junio. A más de 2500 metros de altura, el azul del cielo es un azul opaco, casi siempre cubierto de nubes. Los primeros días en esa ciudad añoraba algo. Y no sabía qué era.
Verdad 1 sobre los colores del planeta: lo que uno cree
Uno cree que la luz es como la ha visto siempre a su alrededor. Mi isla mediterránea había creado en mí un patrón que yo consideraba inamovible. Es decir, para nosotros es verdad aquello que vemos, sin dar cabida a otras opciones.
A los pocos días de iniciar mi cadena de viajes por el mundo, el director de una Escuela de Fotografía, en un conversatorio frente a algunos de sus alumnos, me dijo, viendo algunas de mis fotos mallorquinas, que ese azul lo había saturado yo demasiado. Me llamó la atención que alguien que había viajado por varias ciudades del mundo me dijera eso.
El color del cielo no es el mismo.
En ese momento, empecé a aprender el valor de los colores, el valor humano, no el de los grados kelvin que te enseñan en los prospectos de los flashes.
Verdad 2 sobre los colores del planeta: buscando la verdad
Juro que desde ese momento, y por el tiempo de dos años que duró mi estancia en la mega urbe americana, me dediqué a desaturar los azules mediterráneos de mis fotos.
Siempre he buscado la verdad, en mi isla. Pero mi verdad, acotada por el mar Mediterráneo, no es la misma que la verdad americana de los Andes. Tras escuchar al director de la escuela, me pregunté si los azules de mi isla serían mentira, si sería yo quien en verdad los saturaba sin darme cuenta con algún ajuste indirecto en el revelado RAW.
Preguntarse cosas, demasiadas cosas, puede dar a entender que eres un tipo muy despistado. En realidad, cuantas más preguntas te haces, más respuestas obtienes. No das nada por hecho.
Hasta que un día, en un concierto estival de viola de gamba, en la Fundación Juan March de Mallorca, la representante del cuarteto explicó al público lo asombradas que se habían quedado sus colegas alemanas al ver los azules del cielo y el mar. “Nunca hemos visto un azul tan bello”, dijo una de ellas.
O sea, que hay azules diferentes y unos son más atractivos que otros.
Verdad 3 sobre los colores del planeta: la Belleza
No hay criterios objetivos a la hora de determinar qué es la belleza, si el cielo más bello es de un azul u otro.
Indagando, me fijé después en fotos de interiores en Mallorca. En ellas, no es necesario saturar nada para ver cómo se refleja el azul en cualquier lado que venga derritiendo ese color desde el exterior.
Es el mismo azul del Imperio Romano y el mismo azul en el que se zambullían Platón, Aristóteles o Sócrates. Un azul evocador.
Esta foto es de una casa en Mallorca donde se han saturado los azules al máximo (para que puedas apreciar donde están los azules). Observa el reflejo azul intenso en la superficie de la mesa de madera (que en realidad es del mismo color que los travesaños de madera del porche, donde no hay reflejo azul). Observa el reflejo del azul en lo alto de los cojines de las sillas. El azul más brillante en la base de las copas. Observa que la sombra de los guijarros en la base de las velas o en el candelabro niegan el reflejo azul.
Alerta, es un azul que solo podrás ver si entrenas tu mirada, te encuentres en el Mediterráneo, en los Andes o en Buenos Aires. Justo el otro día me encontraba en casa de un amigo inglés que me enseñaba su nuevo televisor de no sé cuantos metros de largo. No se tomó nada bien que le dijera que los reflejos desde el cielo en algunas de las personas que salían en su pantalla se veían azules. ¡No es azul, es blanco!, me repetían él y otros amigos frente al televisor una y otra vez. Sí, pero también el blanco de los ojos se veía de un azul contundente.
Fue uno de esos momentos en que posees una verdad tan afilada que los otros no saben verla y, como son varios contra ti, quedas en desventaja.
No entraremos en si la verdad de todo el embrollo se encontraba en los ajustes de imagen del televisor. Claro que estaban desajustados. Con la anécdota quiero señalar que el ejercicio visual de cada cual es personal y que, habitualmente, las personas no saben ver el color real, sino el que creen que ven.
Tú, como fotógrafo vas a tener que aprender discernir el tono exacto de cada color.
Te recomiendo que practiques con el azul. Empieza saturando el azul en algunas de tus fotos. Aprende a ver donde se encuentra. Después, intenta verlo en la realidad (en superficies blancas te irá mejor). Cuando logres ver el azul con la misma facilidad que ves el naranja empañándolo todo en una puesta de sol, te puedes poner la medalla.
En esta foto de la oveja sobre la nieve en Mallorca, en febrero, sucede lo mismo. Lo más curioso es que el día estaba completamente nublado.
Verdad 4 sobre los colores del planeta: diferentes tonos
Claro que el cielo es azul en el Mediterráneo, en el ecuador terrestre y en los polos, pero cada azul posee un tono diferente.
Esta diferencia te ofrece la libertad de mostrar en tus fotos el azul que tú quieras, saturado o no, más intenso o más apocado.
Ve con cuidado, porque, cuanto más exageres la manera de mostrar un color, más detractores encontrarás contra tu trabajo. Pero, si lo haces con genio (y no llevado por tu capricho), puedes dar con una nueva herramienta en la expresión de tus mensajes.
Así, tú mandas en tu foto. Si no hay criterios objetivos, es lícito sugerir nuestros propios criterios a la hora de acentuar un color, crear una sombra o ensalzar un brillo. Photoshop te ofrece la posibilidad de pintar con esos matices de color y de luz, de manejarlos a tu antojo.
En ningún momento he hablado de cambiarle el color a un automóvil, a un árbol o a un pájaro, en tu foto. Tampoco hablo de cambiar la temperatura de color.
Generalmente, llevados por el academicismo, queremos que los blancos estén equilibrados, que la temperatura de color sea lo más real posible, pero a veces los automatismos se equivocan calibrando los blancos, así que ya sabes, es cosa tuya.
Cada foto es una cosa tuya. En fotografía artística, cada movimiento tuyo tiene un sentido. Si, en cambio, lo que precisas es un ajuste de blancos perfecto porque mandas la foto a un banco de fotos, la cosa cambia.
Ten en cuenta que, si tú calibras la saturación de los azules y solo los azules en Photoshop, tal y como muestro en la foto de la oveja, no vas a cambiar los rojos o amarillos.
En cambio, si tocas la temperatura de color en el revelado RAW para llevarla a un modo personal, sí estarás cambiando casi todos los colores.
Recuerda, no se trata de tocar para que quede más mono, sino para crear la escena completa, la que contiene un protagonista de la foto y todas las circunstancias que lo rodean, un ambiente nuevo, sugerente, que no moleste, sino que encandile.
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