Foto de portada ©Xisco Fuster
La luz de tus fotos
Te voy a invitar a que veas dos vídeos de dos escenas de dos películas. Las vas a ver más abajo, pero deja que te guíe. Sigue leyendo y míralas cuando llegue el momento.
Las escenas tienen en común un arrebatador significado sobre la esencia de la Fotografía.
La captura del instante, esto es la Fotografía. Vamos a destripar esta idea.
Podemos lograr, gracias a nuestra cámara, que un instante se convierta en infinito, que cambie su esencia efímera en un milagro observable tanto tiempo como nos dé la gana. Con una foto.
Lograremos que algo aparentemente invisible se convierta en un ente que permanece inalterable ante nuestros ojos.
La primera escena
La primera escena juega con un mundo oscuro en el que solo somos capaces de ver lo que ilumina instantáneamente un flash, en repetidas ocasiones, es un flash explorador. Nuestra mente, como observadores de la escena, es capaz de dejarse conducir por los silencios oscuros para ir creando expectación ante la siguiente imagen, mostrada en un instante minúsculo. Justo lo contrario de lo que acabo de decir sobre la esencia infinita de una foto, en la escena veremos la realidad dividida en instantes.
Pues bien, esta escena refleja NO lo que es una foto, sino lo que nos sucede a nosotros como fotógrafos. Sabes que es más difícil hacer fotos a tu ciudad que a una ciudad que visitas en la otra punta del país, porque tu ciudad la has visto iluminada todos los días, es decir, te la conoces. Y como te la conoces, ya no sabes verle la belleza (te la sabes de memoria, pero no la aprecias, no tanto como si fuera una ciudad nueva). En cambio, en otra ciudad todo es sorpresa, cada mirada tuya es un encuentro con algo que tienes ganas inmensas de fotografiar.
La vida está hecha a base de flashazos.
Flashazos, golpes, recuerdos impactantes. Nuestra vida guarda en la memoria, sobre todo, los asuntos relacionados con emociones positivas. Te acordarás perfectamente de esa mañana en que tu amante y tú os besasteis por primera vez, donde estabais, el momento del día, la cara que puso.
Es decir, la sorpresa es lo que nos atrae.
Si dos personas paseamos en un parque haciendo fotos a lo que nos da la gana, por los mismos caminos, nos daremos cuenta de que al final del recorrido, cuando revisemos y comparemos nuestras fotos, las dos personas habremos sacado en más de una ocasión fotografías al mismo objeto o persona. Esas son las fotos que todo el mundo hace, las que no destacan, las ordinarias. (Me viene a la memoria esa foto varias veces vista de una centenar de personas en un acto deportivo con los móviles en alto sacando todos la misma foto).
También encontraremos audacias. En las fotos que no se repiten. Es decir, hay unas imágenes que nos marcan el camino, que nos hacen comprender la realidad, porque todos vemos lo mismo, porque nos llama la atención lo mismo, y luego existen las fotografías más personales, aquellas que no se repiten, las que se aproximan más a nuestra manera de ser, a nuestra manera de ver. Serán fotos únicas. Con ellas, te aproximarás a la originalidad, a tu originalidad, la que tú llevas dentro.
La segunda escena
En cuanto a la segunda escena, arrebatadora, lo que pretendo mostrarte es que podemos tener los ojos muy abiertos durante el día, en un paseo de Street Photography o en un estudio frente a una modelo, pero no podemos conformarnos con eso.
Es preciso sentir lo que fotografías. Si haces una foto a un acto espectacular sin sentir nada más, la foto será única pero débil. Provocará un entusiasmo pasajero a quien la vea, pero no será una foto que a la gente le gustará colgar en una de las paredes de su casa. Será más bien informativa. Y, si siente las ganas de ponerlo de fondo de pantalla en su móvil, probablemente no permanezaca ahí más de un día.
Las fotos llamativas pero vacías mueren antes de un día.
Una buena foto es aquella que se persigue, a ciegas o pensándola (quizá ambas cosas a la vez). Hay pocas fotos casuales (es decir, robadas a la suerte) colgadas en las paredes de los museos.
El protagonista ha estado persiguiendo ansiosamente la foto final de la escena mientras disparaba una y otra vez. También la ha ido a buscar en su memoria.
Y al final ha dado con ella, juntando emoción y memoria.
Claro que lo que busca el protagonista es una verdad, su verdad, una explicación que le libre del tormento, pero en esto consiste el éxito de una obra artística, en mostrar el resultado de una búsqueda personal, humana y, después, en saber comunicarlo.
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