Fotografías con desnudos las hay de tres tipos
- aquella que muestra a un señor o una señora sin ropa, sin más arte que la naturaleza provee.
- la del fotógrafo ávido de hacer filigranas con sus flashes, en busca de que la naturaleza se vea diferente.
- la del profesional que necesita reivindicar su condición sexual para convertirla en bandera.
En el primer caso, he visto ciertas aberraciones contra la belleza en la presentación de talleres de fotografía de desnudo artístico. Es muy triste e inadecuado que le llamen "artístico" cuando en un vídeo promocional vemos a cuatro hombres armados con sus cámaras frente a una mujer desnuda sentada en un taburete con las piernas cruzadas y se oyen decenas de clics en el momento en que la mujer abre las piernas para cambiar la posición.
Mira, es un juego sexual. Si te apetece jugar a eso, pues oye, si la modelo y los participantes quieren hacerlo, perfecto, pero no lo llames "fotografía artística".
Ya he hablado en varias ocasiones de la diferencia entre el fotógrafo profesional y el artístico. Pueden darse ambas facetas a la vez, claro, pero tratemos de las diferencias esenciales.
El fotógrafo profesional puro se dedicará a buscar esquemas de luz con sus flashes. Entra en la mecanicidad de emplear una luz clave y otras complementarias para obtener una exposición perfecta. En ocasiones se olvida de la expresividad del modelo.
El fotógrafo artístico va unos pasos más adelante. La expresión del modelo la busca más allá de la misma pose que ponen todos los modelos en miles de fotografías. El fondo no será neutro, necesariamente; buscará la inmersión total en el encuadre.
El fotógrafo artístico, si deja de mostrar un trozo de carne habitualmente prohibido, será para sugerir, no para ocultar algo que no se puede ver. Véanse las zonas pixeladas en algunas fotos del portfolio de Troy Shooneman solo para poder ser exhibidas en internet (verás su portfolio si clicas en la imagen).
Cuando busques a un modelo para tus fotos, mira que sea atractivo, pero no dejes que su atractivo lo sea todo en la foto. Mira que tu foto no enamore solo porque tus modelos son muy bellos, es decir, hombres espectaculares donde cada músculo posee la cantidad exacta de fibra, los ojos claros, el trasero respingón; o con mujeres que quizá no te las crees ni aunque las tengas delante, ya sabes, larga cabellera perfectamente tijereteada, la mirada muda, las piernas largas...
Estos atributos lo ofrecen los modelos. El fotógrafo no ha hecho nada especial.
Toda fotografía artística es un mensaje que debe ir más allá de lo muestra. Y este es el trabajo del fotógrafo.
El ejemplo más claro es el de las fotografías en las que aparecen mujeres desnudas acompañadas de anuncios para entrar en páginas X. O el de hombres en los que aflora su condición homosexual, sin más.
En fin, se trata de fotos donde se remarcan las dotes sexuales del cuerpo por el que el fotógrafo siente un gran deseo.
Sin embargo, si uno come todos los días lo mismo, pongamos por caso, profiteroles, porque aparea el frío del helado y el sabor del chocolate caliente, dulce, encantador, excelente, "no comería otra cosa", para desayunar, almorzar y cenar, pronto estará harto de tal suculencia. De la misma manera, cuando alguien carece de contacto carnal, se aproxima con salvaje inocencia al sexo para despilfarrarlo a borbotones.
Pero hay algo más allá del jugoso empacho.
Este es justamente el secreto de las grandes obras, sea en el campo de la costura, en el de la gastronomía o en el de la pintura. Si amo los tejidos, elegiré seda y querré que coserla con un diseño único. Si me vuelven loco los manjares, elegiré la sublime sensación de un sabor aéreo en la boca. Y lo mismo sucede si amo la pintura... Bueno, aquí podríamos hablar de la parca miseria que chorrea de los pinceles de los aficionados frente a la galante hermosura provocada por Velázquez.
En la Fotografía, lo mismo
- elegiremos un buen modelo
- nos dirigiremos a un escenario impecable
- consideraremos la luz, natural y/o artificial, para exprimir la belleza natural del modelo.
- expresaremos una emoción
Elegir el modelo adecuado
Si alguna vez has visto en persona a un famoso del cine o la televisión, te habrás dado cuenta de que no es, aparentemente, la misma persona. Su secreto es la capacidad de transmitir. En general, no son personas físicamente bellísimas.
Para sentirte cómodo fotografiando, primero necesitas algo que muchos modelos no entienden: una charla en la que conoceros, comunicarle qué necesitas de él, cómo lo vas a hacer. Es cierto que algunos se asustan, porque creen que no van a ser capaces de llegar a hacer todo eso tan profesional que le pides. A mí me gusta hacerlo, porque si intervienen modelando tus ideas, entonces formáis un equipo. También logras que cuando os encontréis en plena sesión a él se le ocurran nuevas ideas o pequeños detalles que se suman al mensaje que estáis tratando de construir.
No me gusta la palabra maniquí, ni la palabra modelo, porque no son perchas sino personas.
No estoy hablando, necesariamente, de modelos profesionales. Cualquier persona puede servirte de modelo, si tiene dentro lo que buscas. Lógicamente, si buscas las poses típicas para insinuar un perfume, busca a una profesional y no perderás el tiempo.
El escenario perfecto
Será aquel que acune las intenciones que habéis acordado tú y el modelo. Es decir, si habéis decidido comunicar paisajes del cuerpo humano, quizá sea adecuado desarrollar la sesión en medio del campo o en una playa con el mar de fondo.
Implicar el ambiente natural, aunque se vea desenfocado, es de suma importancia para la credibilidad de la fotografía.
La misma idea en un estudio solo te permitirá neutralizar el fondo, más claro o más oscuro. En un estudio no existe contexto. Lo crearás tú, con un degradado de luces o con manchas de luz blanca o negra, pero carecerá de sustancia.
La luz necesaria
A un fotógrafo artístico le resultará más fácil que a un fotógrafo profesional dominar la luz natural.
El profesional acostumbrado al estudio necesitará llevarse todo el mondongo de flashes e incluso necesitará pantallas para eliminar la luz directa del sol. Con gran cantidad de medios logrará lo mismo que un fotógrafo "naturalista".
El fotógrafo amante de lo natural sabe fluir como el agua para adaptarse a las condiciones naturales de la luz en el entorno. No se convierte en un ser dócil y dominado por las circunstancias, sino que se adapta a ellas para dominarlas.
Si te sabes aliar con el entorno, aunque sea en un interior, te resultará más fácil acercarte al fin que todo fotógrafo que se precie desea conseguir: imitar la realidad.
Para ello, elegirá la mejor hora del día, elegirá el cielo perfecto (me refiero a la luz que reverbera en él) y luego, claro, difusores y reflectores. Si dominas bien la elocuencia de la luz natural, no necesitarás flashes.
Es un fastidio, porque depende del clima, de la estación del año, del estado del cielo. Si utilizas flashes, en cambio, podrás hacer las fotos cuando te dé la gana. La foto superior forma parte de una serie de sesiones que tenían lugar al mediodía, cuando la luz que entraba por la ventana me brindaba la calidad que yo buscaba (aunque debía subir el ISO a 400).
Comunicar una emoción
La que sea, sexual, nostálgica, divertida, de adoración, de admiración, de sorpresa, de aprecio, de temor, ansiedad... emociones ambiguas o híbridas.
Conseguir el éxito es exactamente lo mismo que sucede cuando te encuentras con tu amante. Si por un casual estáis cerca de un basurero donde las pestilencias os abrazan con desprecio, es posible que no penséis en juntaros para hacer el amor. Os ducharéis, os vestiréis con la prenda preferida del amante, comprondréis vuestro peinado, unas velas...
Del mismo modo, en una sesión, necesitas que el ambiente sea propicio para lo que pretendes con tu trabajo.
En una sesión fotográfica no puedes decirle al modelo: ríe, llora, muestra nostalgia, sorpréndete... Debo confesar que a veces, en fotos improvisadas en una fiesta final de sesión, he cometido esa torpeza.
Si necesitas crear una foto donde se aprecie nostalgia, por ejemplo, vas a tener que poner de fondo la música de un violoncelo, por ejemplo. Vas a tener que hablar de recuerdos de infancia, de los tuyos y le preguntarás a tu modelo. Otro buen recurso consiste en esconder bajo la manga temas de actualidad o históricos, temas que se conozcan, para sumergir a la persona en la nostalgia. Solo así lograrás comunicar nostalgia.
Si no os entendéis bien pero ella tiene algo que ofrecer, a lo mejor solo hará falta que la vistas, únicamente, con unos guantes de boxeo.
Para saber más, puedes hacerte con el libro de autor 'Desnúdate', editado por La fotografía es mi Pasión.
Esta genial el aporte. Reciba un cordial saludo.