foto portada ©xisco fuster
Vamos a coger al toro por los cuernos. Este es un texto difícil. Necesito hablarte de cómo construirte como genio. Es decir, que la gente reconozca tus fotos sin necesidad de leer el cartelito con tu nombre al lado. La fima de tus fotos debe ser visual. Para ayudarte a construir tu personalidad, solo puedo sembrar semillas, ideas que germinen en ti para que te crezcas.
Citaré a Hegel y su filosofía. Basta de tonterías sobre los filósofos. Es cierto que el hocico de la Filosofía es un compendio de obviedades. Lo que sucede, en el fondo, es que no nos atrevemos a aceptar las verdades que proclama.
Por ejemplo, el genio nace de la distancia del ser con la comunidad. Es decir, el genio nace en ti si te cultivas al margen de la sociedad, no bajo las órdenes a veces hipnóticas de las normas de conducta y de pensamiento aceptadas. Es una idea hegeliana.
No estamos hablando de ser violentos o de romper las leyes que nos permiten vivir a todos con una estabilidad suficiente. Hablamos de libertad de pensamiento.
Hegel también asegura que el singular no puede vivir humanamente fuera de la comunidad. Te morirás de hambre siendo artista, pero quizá llegue un momento en que alguien te descubrirá el carácter y te llamará genio.
O sea, vivirás como un genio, pero solo tú sabrás que lo eres.
Nos empeñamos en creer que el mundo es negro o blanco, cuando es de todos colores. O sea, necesitamos vivir dentro de la sociedad, pero si queremos aportar algo nuevo, necesitamos una mirada diferente.
Es imprescindible, como digo en casi todos mis artículos, "ir más allá".
El espíritu colectivo se dispersa entre una cultura y otra y, al mismo tiempo, adquiere sentido. Por ejemplo, la lengua. El mismo idioma español cuenta con palabras que significan una cosa en España y otra en Colombia. Si eres colombiano y te vas a España, te vuelves loco, porque estás en un mundo nuevo y quieres comunicarte con los demás, para adaptarte mejor, pero el lenguaje, que es el mismo, te lo dificulta, porque no del todo igual.
Necesitamos primero comprender todos los códigos aceptados, los más próximos a nuestra Naturaleza, para poder manejar nuestro propio lenguaje.
Esta locura aparente, generada por la diversidad de significados, construye la belleza de lo caótico. Locura y belleza se dan la mano; son novios.
Depende de cómo lo mires. Si quieres ser un genio, debes saber verlo de las dos maneras: la loca y la bella.
Siguiendo con la metáfora del lenguaje, yo era de los que pensaba que las cosas se dicen de una manera. Y se acabó. Después de mis viajes por América, me di cuenta de que el equivocado era yo. ¿Quién posee la verdad, él o él?
Cuando Netflix subtituló al español de España la película Roma, de Alfonso Cuarón, hablada en mexicano, se armó un revuelo. Ante los revuelos, creados por dilemas contrapuestos, siempre acecha una revelación.
Me hablarás en mexicano, en colombiano, en argentino o en el castellano y estarás empleando un solo idioma.
Si aceptas la diversidad, ya has dado el primer paso para convertirte en genio. De la misma manera que Miró o Picasso o Botero empezaron pintando la realidad tal como la veían... ¿"Tal como la veían"?
Cuando uno empieza a expresarse, quiere parecerse al resto del mundo. Debe hacerlo. Si ves las fotos de un genio de la Fotografía, puedes jugar a copiar sus proezas. Para entender por qué son proezas. Que si la composición es así, que si ha puesto las luces allá, que si emplea siempre una variedad tonal específica...
Aprenderás los elementos con los que después jugará tu genio artístico.
No se trata de aparentar. Tengo ganas de documentar la apariencia de algunos chulitos sin en-verga-dura, el lado opuesto de lo que digo: un joven con dinero y sin más cultura que la del bulto de su bragueta, el pelo cortado fino y un buen ungüento de colonia. La cámara último modelo y un estudio donde impresionar a las titis. Todo apariencia. Si le pides que haga una foto al olvido, se va a reír de ti, sin saber que no ríen, se lloran a sí mismos por lo que no saben hacer y, como argumento, te untarán con el número de mujeres florero que se benefician.
Volviendo a Hegel: la educación abre el camino a lo universal, a lo que todos aceptamos; la educación nos socializa. El camino de la razón, de la cultura en sentido amplio, nos enriquece, nos llena, nos ofrece la libertad y la autonomía. Solo así seremos capaz de producir. Ok, no te soliviantes. Es el primer paso. Necesario.
Si eres una persona vacía, generarás nada (mira, acabo de escribir una de las obviedades tremendas de las que hablaba al principio: "Si eres una persona vacía, generarás nada").
Sin conocimientos, sin cultura, sin una férrea manera de pensar, asentada en contrastes y aceptación de la diversidad, solo serás capaz de engendrar ocurrencias simples o, lo que es peor, absurdidades que otros poco adiestrados en reconocer el genio se apresurarán a llamar "maravilla" (o, si se me permite la broma, "arte conceptual").
Desde la solidez de pensamiento, uno puede desarrollarse y perfeccionarse individualmente. Y aquí sí que no es necesario copiar a nadie. Vas a ser tú mismo.
Cuando digo a los más jóvenes de mis talleres o escuelas que deben abanderar paciencia si quieren ser genios, debo primero abrirles el entendimiento para que acepten que la genialidad no llega de un golpe de nacimiento. Eso pasaba en las películas antes. Ahora, los guionistas se saltan la llegada milagrosa de la genialidad o la caricaturizan o construyen un musical. A los mismos jóvenes de mis talleres debo invitarles luego a creer en algo que no pueden saber: quienes serán ellos con el paso del tiempo.
Lo que te pone en las manos la experiencia son ideas sólidas con las que construir tu futuro.
El estilo es cosa tuya
No tengas miedo de copiar a los otros, al principio. Cuando lo intentes, trata de aprender. Por qué lo han hecho así. Y qué pasa si lo hago de otra manera. Hazte muchas preguntas. Aunque creas que no vas a ningún lado con las respuestas.
Nunca lo harás igual que el genio al que pretendes copiar. El resultado final de tu obra nunca será el mismo.
Lo puedes incluso hacer mejor. O peor. Diferente, seguro. No eres una máquina (las máquinas no sabrían copiar un Velázquez, por ejemplo, y menos una foto de Cartier-Bresson). Lo importante es que lo que haces sea único, tuyo. Como las manchas de color de Miró, como los trazos de Picasso, como los volúmenes de Botero.
Si eres una ovejita del montón, sin personalidad, es decir, si te has atascado en los primeros pasos del proceso, en los que solo aprendes copiando, sin más, vas a ser incapaz de crear nada nuevo.
En realidad, si estás experimentando con la luz o los objetos en una fotografía y no logras nada digno, no habrás perdido el tiempo, para nada. Todo lo contrario. Tu logro no será lo que buscas ahora, pero cada tropiezo será la solución que necesitas en otro momento.
Aprendes maneras diferentes de alcanzar o no alcanzar una meta. Aprendes modos de obrar con una fotografía. A lo mejor no te sirve en el momento en que descubres algo. Pero formará parte de tu conocimiento.
Será una bala en la recámara de tu arma artística. Un día la necesitarás y ahí estará.
Un ejemplo práctico
Recuerdo que, tras ver un cuadro de Botero en su Museo, en Bogotá, se me ocurrió iluminar una escena desde dentro del encuadre, como había aprendido viendo cuadros en el Museo del Prado, como Los fusilamientos del 3 de mayo, de Francisco de Goya.
Goya emplea un farolillo para iluminar la escena. No existe una fuente de luz desde el exterior (excepto para la ciudad, al fondo).
El cuadro de Botero al que hacía referencia ahora emplea una vela para iluminar su escena; la sostiene una mujer. Me pareció fantástica la idea de iluminar un bodegón con una vela. Lo primero que me dije es que debía emplear una exposición larga, pero eso no era problema si utilizaba el trípode y fotografiaba una sandía, por ejemplo.
La experiencia visual me pedía a gritos emplear esa luz en una escena con personas.
Sin embargo, no alcancé a disponer de amante en ese momento ni suficiente dinero para pagar a una modelo indolente, así que eché mano de lo que encontré en la sección de frutas y verduras del mercado.
La idea de la raja en una sandía, emulando el sexo femenino, la copiaría de la raja de una fruta en más de un cuadro del mismo Botero y su mensaje sexual lo obtendría de una reminiscencia en mi memoria de alguna foto de Nobuyosi Araki.
Aquí tienes los elementos que había generado mi aprendizaje hasta entonces: Botero, Araki y Goya y otros cuadros del Museo del Prado, las rajas en la fruta, las sandías de Araki, la luz que nace en el encuadre... Compré unas velas y me puse a jugar, para ganar nueva experiencia.
La experiencia, en sí misma, no ofreció grandes frutos, en primera instancia. Para empezar, la fuente de luz no se encuentra en el encuadre, junto a la sandía. Debo decir que compré la sandía en vez de la cena, así que la sandía fue mi cena. Queda bohemio, pero es la verdad.
Me volví loco para sacar la foto porque los bordes de la sandía me quedaban desenfocados.
Experimentando, probé con cerrar el diafragma al máximo, F22. Esmeré el enfoque en el centro de la sandía, empleé el enfoque de punto único sobre el borde de una pepita... No sirvió de nada. Quedaban los bordes desenfocados.
Dejé de caminar sobre el suelo de madera, por si algún listón movía el trípode con mis pasos. No sirvió de nada. Quedaban los bordes desenfocados.
No descubrí el motivo del desenfoque hasta varias sesiones después, cuando, cavilando no sé donde, días más tarde, me di cuenta de que el movimiento de las llamas de las velas, por culpa de mis andares y una leve corriente en la sala, proyectaba una sombra trémula sobre los bordes. Claro, si colocas la luz aquí, tienes la sombra aquí. Y si desplazas medio centímetro la fuente de luz, la sombra también se desplaza medio centímetro. Si la luz se desplaza varias veces en 20 segundos de exposición, las sombras quedan difusas.
No estaba desenfocada la sandía. ¡Estaba movida! No se movía la cámara ni la sandía. ¡Se movía la luz!
La foto de arriba tiene el desenfoque... perdón, la exposición quieta. Dejé que el movimiento de las llamas se detuviera por completo. Disparé F22, tiempo de exposición: 30 segundos.
La idea de la cera vino a raíz de sumergirme en el mensaje sexual de lo que estaba creando. Para obtener mayor cantidad de luz, había juntado una docena de velas. La profusión de cera caliente era mayúscula, así que la vertí sobre la sandía.
Y, al final, solo quedas tú
Primero: conocer, conocer, conocer. Conocer la luz. Conocer las personas. Conocer trucos. Sentar los cimientos en los genios de antaño. Y adiestrar tu mirada con optimismo, sumergiéndote en el mensaje que pretendes comunicar, creyendo en lo que haces.
Claro, al principio todos te dirán que no eres tan bueno como crees. Seguramente tendrán razón. Tu problema, como futuro genio, pasa por saber discernir las críticas verdaderas de las que impiden crecer a tu genio.
No-te-de-ses-pe-res.
Si alguna crítica es perjudicial e impide crecer tu genio, no lo hará por mucho tiempo ni de manera lo suficientemente eficiente como para que te eches atrás en tu persecución de la genialidad.
Nunca te digas: es que no me comprenden, lo que yo hago es genial. Seguramente, tendrán razón. Y cuanta más razón tengan y sepas verlo, más crecerás. Así que prepárate a sufrir, para recibir críticas y para superarlas. Muy pocos genios han tenido la suerte de ver recompensados sus esfuerzos con premios en vida.
El mejor logro es que tú crees en lo que haces y que tus creaciones te alimentan más allá de la energía con la que balan los corderos.
Y, ¿sabes una cosa más? Los críticos tendrán razón cuando te critiquen, pero seguramente, tú también. Si sabes conciliar los dos extremos, lograrás el éxito.
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