foto portada ©xisco fuster
El hecho de que nuestro artículo más visitado el año pasado en la Fotografía es mi Pasión sea 101 temas para fotografiar confirma la necesidad de darle materia, chicha a nuestro deseo ferviente de sacar fotos y, lo más importante, de que esas fotos nuestras acaben siendo únicas.
Yo mismo, antes de crear esta lista de 101 temas, visitaba listas similares porque sabía que mi deseo era demasiado incauto, es decir, se desmayaban mis metas ante tanta pasión por sacar fotos. Por ejemplo, tras leer en una lista el tema "círculos", sin más explicación, "círculos", hala, me proponía salir a buscar círculos. Y me plantaba en el paseo marítimo, y un barco y otro barco, mástiles y mástiles, cascos fusiformes, velas, palmeras...
¡No encontraba círculos ni aunque los pintara!
Por eso me dije que si creaba una lista en la Fotografía es mi Pasión y, además, ofrecía unas pistas para alcanzar mejor nuestro objetivo, la cosa iría mejor. Y va mejor, según me habéis confirmado. "Lo que pasa, me dijo un alumno, es que a veces sales y no das con lo que buscas, con lo que cambias de tema cada diez minutos".
Bueno, le contesté, ese es el problema. Claro que si vas al paseo marítimo no vas a dar con círculos fácilmente, pero la clave reside en que si tienes ganas de ir al paseo marítimo, pues no elijas el tema "círculos". O, si eliges el tema "círculos", vete a un lugar donde sepas que vas a dar con círculos. Es una obviedad, pero a veces se me olvida hasta a mí, que he creado la lista y te aconsejo ahora que no lo olvides.
Son las cosas de ser artista, te dejas empujar por la intuición y acabas en medio de la nada.
Otra de las ventajas que ofrece un artículo como 101 temas para fotografiar es no tanto la lista en sí, sino las explicaciones. (No trato con esta frase de decirte que soy muy guay). Es decir, con los textos que acompañan a los conceptos te muestro cómo desentrañar los secretos de los objetos.
Podemos hablar del alma de cosas y creer que soy demasiado animista, pero basta con imaginar que los objetos son entes creados por los hombres o los objetos forman parte de nuestro entorno y por tanto de nuestra esencia; los hemos creado nosotros, son una prolongación de nosotros.
Ergo, plantémonos en un lugar en el que sintamos buenas luces e indaguemos cómo podemos delimitar en el rectángulo de nuestro encuadre la realidad que se nos muestra delante.
La cadena de aprendizaje
A veces, y esto me encanta, no es tan importante el tema que se desarrolla, sino todo lo que aprendes en el camino. Por ejemplo, si me pongo a ver un tutorial de Photoshop en Youtube para ver cómo se consigue mejorar una imagen con un aspecto pictórico, por ejemplo, a lo mejor me voy dando cuenta de que estoy persiguiendo un fin que no me agrada. Además, el método puede ser enrevesado, largo e inútil. Pero justo gracias a esa distancia en el tiempo, puedes dar con esos pequeños secretos en el manejo del programa que por pereza o desconocimiento no te has detenido a buscar.
Por ejemplo, y esto forma parte de esos pequeños tesoros que te encuentras en textos que en principio no vienen a cuento, como en este que hablo de temas de fotografía. Por ejemplo, digo, cuando estás seleccionando con el lazo poligonal en Photoshop, a veces has clicado diez, quince, cincuenta veces para seleccionar una zona de la foto y te equivocas en el clic 52. ¿Cómo puedes deshacer el último clic sin tener que empezar de nuevo?
Con la tecla borrar, eliminas el último click.
La verdadera razón por la que sacas buenas fotos
Sí, aprendes y sales a hacer fotos y aprendes más, pero las buenas fotos se te resisten. ¿Sabes por qué? Por que dependen de ti, de tu estado de ánimo. Tú crees que eres siempre la misma persona. Y no es así. Por ejemplo, recuerda quien eres cuando te sucede un asunto dramático. Haz el ejercicio, ¿la muerte de alguien querido? Piensa en este extremo, el momento en que te dieron la mala noticia. Imagina que, como terapia, decides salir a hacer fotos a la calle, a cualquier lado. ¿Y qué sale?
Ahora recuerda la última vez que te enamoraste. Esa vez en la que fueras donde fueras, la gente te miraba curiosa como si te pasara algo extraño, un asunto feliz e inexplicable. Pon que decides salir a la calle en ese momento a hacer fotos, a cualquier lado.
En el primer caso, no prestarías atención a lo que haces. Tus sentiminetos nublarían el ejercicio artístico de la fotografía. Mejor quédate en casa viendo una peli. También es cierto que si te acostumbras a vivir con el sufrimiento, aprendes a aliarte con él y tu obra obtendrá unos tintes igual de buenos que cuando sales feliz.
La calidad no va casada con la felicidad, necesariamente.
En el segundo caso, en este estado idílico en el que observas la belleza hasta en las secretas oscuridades de un muladar, las fotos salen solas, y salen a borbotones. Es verdad (aquí viene el lado negativo) que este estado te puede conducir a sacar fotos demasiado ligeras, bobas como pajaritos amarillos revoloteando en una jaula, pero sí está claro que un estado de ánimo positivo te abre las puertas a un mundo lleno de estímulos para ser fotografiados.
Las dos cosas
O quizá más cosas de las narradas influyen en la buena disposición para dar con fotos espectacularmente hermosas. Pero recordemos las necesidades:
- Primero, un estado de ánimo lento, en el que puedes detenerte frente a algo que te llama la atención.
- Segundo, retarte con un tema. Que el tema sea abierto cuando sales a la calle. Que el tema sea muy concreto cuando lo desarrollas en tu casa, con la luz del sol entrando por la ventana de la cocina, por ejemplo, y te entregas a la composición de un bodegón.
Este último es un ejercicio que me encanta: tomar un melocotón, por ejemplo. Y tocarlo, sentir su tacto, fotografiarlo por fuera y después jugar con un cuchillo, rasgar su carne, abrirlo, tontear con su jugo, descubrir el color rojo del interior... Y colocarlo en una postura y luego con otra, es decir, juega a dominar la fuente de luz que proviene de la ventana, a reflejarla con una lámina blanca, a difuminarla con una cortina...
Este que te acabo de describir es el verdadero acto de amor entre tú y la luz.
Y la inspiración
Después de todo eso, además, necesitas inspiración. Provendrá de ti, pero desengáñate, tú eres lo que has aprendido antes mirando aquí y allá. Si donde bebe tu intuición es en las galerías de arte y museos, vas bien.
Pero alerta. Yo nunca recomiendo que mires las fotos de otros fotógrafos, porque creo que lo único que vas a conseguir es imitarlos y eso es como atarte el genio. Si ves algo, lo vas a copiar y el acto de la copia seguramente no es lo que te interesa.
Inspírate analizando cuadros, fotografías, instalaciones artísticas, esculturas, cualquier manifestación artística y, con el análisis, determina un modo de iluminar, una perspectiva que te atraiga, el empleo de un objeto de manera diferente... En la combinación de estos aspectos, darás con algo único, algo no copiado, que ha nacido de ti.
Al fin y al cabo, crear algo radicalmente nuevo es imposible; todo nace dentro del ser humano y su entorno.
Lo mejor es, como digo, analizar aspectos en obras en dos dimensiones para luego combinarlos en tus fotos según dicta tu talento.
Tus comentarios…