El omnipresente móvil
El móvil va con nosotros a todos lados. A-todos-lados. Por ello nos resulta tan útil para sacar fotos. Pero...
Recuerdo que en mi adolescencia fotografiaba con mi mente zarpazos de realidad (ya sabes, hablo de las visiones que a veces se nos muestran a los ojos, fugaces como estrellas cortando el cielo por sorpresa). De inmediato me lamentaba: ¡dónde está mi camara! (en esa época "analógica" no existían ni las cámaras compactas y menos los móviles).
Poco después me daba cuenta de que, aunque hubiera dispuesto de una cámara en mis manos, habría sido imposible fotografiar esos espontáneos "bocaditos de realidad". Así que, ante lo imposible, nada mejor para calmar la inquietud sumergiéndose en los sueños. Soñaba con el día en que, con un guiño, pudiéramos fotografiar lo que quisiéramos.
Seguro que este momento de fotografiar con un solo guiño llega. Mientras esperamos, ahora, con el móvil, podemos fotografiar lo que se nos planta delante, incluso a veces esos instantes mágicos que sabemos irrepetibles. El móvil tiene el don de la oportunidad: cuando surge la magia, él está ahí. No es tan rápido como un guiño, pero se acerca mucho a la inmediatez.
Una de las características esenciales del buen fotógrafo es el don de la oportunidad
La Fotografía, sobre todo para algunos sectores de la sociedad, destaca por este rasgo: el poder de capturar una realidad irrepetible y mostrarla al resto del mundo con garantías de veracidad. Gracias a esta inmediatez del móvil, muchos advenedizos se creen fotógrafos: disponen de un móvil y son rápidos disparando como pistoleros en el salvaje Oeste. Ok, los móviles son muy útiles por su disponibilidad.
Pero uno, como fotógrafo, va madurando. Y va aprendiendo. Profesionalizándose en el manejo de la cámara, comprendiendo una mayor densidad en la esencia de la Fotografía. Analizas cualquier representación gráfica en dos dimensiones, desde los cuadros del Barroco hasta las proyecciones sobre edificios, pasando por la magia sugerida por Velázquez o Miquel Barceló, por Cartier-Bresson o Sebastiao Salgado.
Hace ya algunos años que saqué una conclusión: Además de captar una realidad única e irrepetible, hay más factores en Fotografía que la llevan a considerarla una disciplina artística.
El futuro de la Fotografía
Está a salvo. Te explicaré por qué. Creemos (a veces, qué miedo) que esta profusión de los habitantes del mundo con un móvil en sus manos a creerse fotógrafos va a acabar con la profesión, con el valor de una buena fotografía.
El futuro de la Fotografía pasa por mirar hacia adentro. Una buena fotografía posee más aspectos fundamentales, además de transmitir una realidad, para cumplir con un completo criterio de "linaje artístico".
Una fotografía va mucho más allá del click.
Una foto es una imagen en dos dimensiones. Le habla a nuestra mente. Nuestra mente debe interpretarla primero, descifrarla, entenderla después y, al fin, sentirse capturada por lo que la foto muestra, creérselo, hasta el punto de dar rienda suelta a las emociones.
La foto necesita insinuar más allá de lo que muestra, con objetos dentro del encuadre o sugiriéndolo con sombras o partes desenfocadas.
Un buen fotógrafo es el que muestra en sus fotografías claves para despertar sensaciones en los observadores.
El fotógrafo genial es aquel que es capaz de revelar en el alma del observador sus deseos ocultos, de hacerlos aflorar para que sea consciente de ellos y que se le remuevan dentro.
La calidad de las fotografías hechas con un móvil, es decir, su capacidad de registro de información, a pesar de que van avanzando a pasos agigantados, sigue sin ser suficiente.
Sus ópticas, es decir, sus objetivos, sus lentes, no se acercan a la calidad de los objetivos que poseen las cámaras. Pueden fingir esa calidad: los móviles juegan a mostrarte una imagen en un pantallita minúscula con grandes contrastes; se ven muy impactantes.
Pero si las sacas de esa cajita que es el móvil, las fotos mueren como quien saca un pez del agua.
Quiero decir que, si ves una foto "hecha con un móvil" ampliada siete pisos de altura, impresa en una lona, esa foto habrá sido sacada con un móvil tal como afirman, pero también ha sido enriquecida y manipulada por expertos y máquinas de las que probablemente no vas a oír hablar nunca. Esa foto que ves enorme "hecha con un móvil" no la verías con esa calidad que muestra en la fachada ni capturada con una cámara réflex. O sea, que nos mienten.
El móvil: para fotos juguetonas. La cámara: para sacar fotos de verdad
Tras muchos años de experiencia, por fin, sé que no necesito soñar con guiñar el ojo para capturar la magia.
Sé que el móvil, a pesar de que nos otorga el don de la oportunidad, tampoco es suficiente.
Sé que lo que de verdad necesito es adiestrar mi capacidad para insinuar profundidades, suscitar deseos ocultos, necesito cultivar mi ingenio, sentir con el alma incandescente; saber disparar y saber crear en post producción sin alejarme de la realidad (todo lo contrario, acercándome a ella hasta el desmayo si es posible).
El don de la oportunidad está bien, pero ni el móvil ni el guiño podrán superar la capacidad artística del buen comunicador. El móvil nos puede dejar muchas veces a medias en nuestro empeño por hacer que una "foto oportuna" alcance la magia.
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