Prólogo de El susurro de los cantos rodados
Cuando uno se acerca al mar para hacer una foto, nunca sabe lo que se va a encontrar.
En una de mis Conferencias de Fotografía, en la Escuela Taller del Ministerio de Cultura de Colombia, uno de los fotógrafos asistentes me preguntó cómo se conseguía la luz de la foto que estaba mostrando con el proyector, de Berenice Abbot. Se trataba de la estación de trenes Grand Central en Nueva york en la que los rayos solares entran por las ventanas, arriba, con la abertura pequeña (en relación con el espacio).
¿Cómo puedo conseguir esa luz?, me preguntó el fotógrafo. Yo llevaba casi tres horas hablando sin parar de una foto y otra, de trucos, de cómo conseguir un efecto u otro, pero la respuesta que le di todavía la tengo clavada en el orgullo como una de esas puntas que todavía duelen cuando la memoria te las pone delante.
¡Está ahí, esa luz está ahí, solo tienes que disparar!, le dije entusiasmado.
El motivo por el que se lo había dicho con tanta felicidad fue porque, en mis inicios analógicos, uno de mis jefes en una tienda de fotografía me preguntó cómo había conseguido ese efecto en una de mis fotos. ¡Estaba ahí!, le dije.
Después caí en la cuenta de lo que me estaba preguntando el fotógrafo en la conferencia, es decir, ¿como creas esa luz?
Somos fotógrafos que pasean por el mundo y disparamos a lo que nos parece maravilloso, pero también, si somos buenos fotógrafos, manipulamos lo que nos da la gana, física o digitalmente, para que la fotografía sea única. Manipulamos el estado de ánimo de la modelo, manipulamos su peinado, su maquillaje, su vestuario, manipulamos la luz con flashes, con reflectores, difusores...
Si ahora lees este artículo, por fin, te contesto, querido fotógrafo.
Los rayos del sol se dibujan corpóreamente cuando suceden dos requisitos al mismo tiempo:
1º Son intensos, como por ejemplo los del sol sin ningún tipo de tamiz, sin cortinas, sin nada.
2º El ambiente donde irrumpen los rayos es oscuro.
Es decir, la diferencia entre la intensidad de la luz de los rayos y la del entorno es muy grande.
Para conseguir este efecto artificialmente, debemos conseguir una fuente de luz con un spot que concentre la salida de la luz, que no la disperse y, muy importante, que esa luz no rebote en superficies demasiado reflectantes. En el caso de la estación de tren, la intensidad del haz de luz se diluye en cuanto toca el suelo, se dispersa.
Para entenderlo mejor, imagina que la luz es líquida. El chorro inicial, el que brota de la boca de la manguera, nos dejará ver un haz de agua blanco y sólido. A medida que avanza en el espacio, el agua se va dispersando. Y cuando toca el suelo o una superficie reflectante, casi casi dejamos de ver el agua como un ente blanco. Pues lo mismo con la luz potente de los rayos solares que nos ocupan.
Hacerle fotos al mar
Cuando uno se acerca al mar para hacer una foto, nunca sabe lo que se va a encontrar.
No puedes manipular nada.
No puedes obligar a las ondas marinas a que posean una longitud de onda mayor o menor, no puedes colocar el sol en el lugar que más te gusta. Tampoco puedes hacer que las olas se levanten más o menos. Ni puedes lograr que produzcan más espuma.
Puedes acercarte al mar cuando su estado te sea favorable para lo que pretendes. Nada más.
Cuando vas a la costa para hacer fotos al mar puedes tener una idea aproximada de lo que buscas. Eso es bueno. Pero olvida conseguir lo mismo si vas a la misma exacta porción de costa en momentos diferentes.
En el caso de mi serie "Fuego Líquido", acudí al mismo punto para mejorar las fotos que logré en la primera sesión hasta dos veces más. Nunca conseguí las mismas condiciones naturales para mejorar las primeras fotos.
La creatividad nace de los imprevistos
O cuanto menos, la creatividad brota en tu cabeza cuando un asunto es incompleto. Me explico. Si tú has preparado una sesión en el estudio y has colocado los flashes donde más te gusta, has colocado el objeto fetén, tienes tu cámara lista y nada escapa a tu control previsto, vas a disparar tu foto tal y como la has pensado.
Ahora bien, cuando te acercas al mar, deberás exprimir tu pericia, observar, observar, observar y meditar sobre lo que vas descubriendo. A lo mejor te has dado cuenta de que cuando la ola se levanta, se ve el fondo del mar en su paladar. Y vas a por él.
El susurro de los cantos rodados
O, a lo mejor, has llegado tarde a la puesta de sol en el horizonte, en el Puerto de Valldemossa, en Mallorca. Te lamentas porque has preparado bien la sesión. Has calculado que el cielo se viera despejado, pero no has llegado a tiempo y el sol se ha puesto en el mismo momento que has llegado al lugar, después de 6 kilómetros de carreterita estrecha y una curva y otra y ahora detén el coche porque viene uno de frente y los dos no pasáis.
El cielo, cuando llegué al nivel del mar, se veía de color lila. La tierra de la costa se veía de color rojo. Las olas arremetían con cierta enjundia espumosa contra la playa de cantos rodados.
Es divertido analizar el nombre de estas piedras. En inglés, river stones (aunque tendría más sentido, todo el sentido del mundo, que se llamaran rolling stones). En español, no sabemos si los cantos vienen por la degradación de las aristas de las piedras o si los cantos provienen del sonido de las piedras cuando ruedan y chocan unas contra otras cuando una ola y otra las arrastran hacia adelante y hacia atrás, las piedras cantan a medida que se van redondeando.
Si disparaba con un tiempo de obturación largo, sobre un trípode, claro, podría captar el movimiento de las piedras.
Quería fotografiar el agua totalmente movida y algunas piedras quietas, nítidas y otras piedras en movimiento.
No lo conseguí, porque las piedras más grandes, las que se ven en la foto, no se movieron con la fuerza de las olas.
Pero caramba con la serie. Es de mis preferidas de los últimos años.
Eran las 22,30 de la noche del 5 de agosto de 2016. Disparé una y otra vez, con diferentes encuadres.
El agua se convirtió en un susurro entre las piedras, en una neblina que a mí siempre me ha parecido el húmedo susurro de un amante en la oreja, en la oreja de los cantos redondeados.
Los cantos rodados siempre me han fascinado. Son piedras amasadas por el mar, por las olas. Y las han amasado con una paciencia que a cualquier humano nos parecería infinita.
Datos técnicos de El susurro de los cantos rodados
El tiempo de exposición, sobre trípode, naturalmente, fue de 10 segundos. Todo lo que se ve en la foto es lo que sucedió en 10 segundos. No es una instantánea. ¿No te parece divertido?
El diafragma lo cerré al máximo, f22, para lograr mayor nitidez con la profundidad de campo.
Objetivo Nikon, el de mayor calidad del mercado. 200 mm/2.8
La disponibilidad que me ofreció el trípode me permitió situar la sensibilidad en ISO125 para obtener de nuevo mayor nitidez.
La foto tiene un tamaño de 5934x4000 píxeles. 300dpi
Copia única
Esta foto pertenece a la selección de las 100 mejores fotos de Xisco Fuster. Se vende como copia única. Es decir, solo va a existir UNA impresión de esta foto en papel fotográfico fineart ILFORD Studio 250 gr. de alta calidad, para tamaños mayores de 50 centímetros. El resto de las copias serán de 50 centímetros o menores.
Firmada y certificada por el autor.
Donde conseguir obra artística única o numerada de Xisco Fuster
Galería de Arte MA Arte Contemporáneo, en Palma. Fotografías de Xisco Fuster en galería física.
Visita Saatchi Art, galería de arte internacional. Darás con obra mía exclusiva.
Visita Flecha, Galería de Arte. Obra de Xisco Fuster con tamaños grandes para tu casa.
Trata directamente con la atención personal de Xisco Fuster. Averigua cuales don sus copias únicas.
Tus comentarios…