Educa tu talento para ser genial
¿No estáis cansados de deslumbraros con técnicas y métodos fotográficos que son el resultado del talento de otros? ¡Asombroso!, os decís frente a fotografías inexplicables, ¿cómo habrá hecho esto?
¿Y tú? ¿Crees que no hay talento dentro de ti? ¿Crees que solo puedes seguir la estela de los otros?
Claro que puedes aprender de los demás, pero llega un momento en que tú también debes poner algo de tu parte. Y este momento es desde el principio, o sea, desde ahora.
Te seré franco, no conozco apenas el nombre de fotógrafo alguno, ni locales ni internacionales. Si me interesa el trabajo de algún fotógrafo es porque me gusta verlo, porque me comunica emociones, me enamora. Su nombre me da igual. Sé que parece poco respetuoso. En realidad, si tuviera el placer de conocer a alguno de ellos (y ellos el placer de conocerme a mí), seguro que llegaríamos a un pequeño orgasmo sin tocarnos.
Pero más que idolatrarlo, me interesa ver qué tiene él o ella que puede interesarme para alimentar mi genio. Sí, querid@, el aprendizaje es constante. Puedes aprender de los genios y puedes aprender de alguien que empieza. Puedes aprender de tu experiencia, de ti mism@, de preguntarte cómo lo haces tú, de preguntarte cómo podrías mejorar lo que haces (claro, es imprescindible reconocer tus errores; si no los reconoces tú, a ver quién va a cambiarlos, ¿tu vecina?).
¿Crees que solo puedes crecer cebando tu experiencia?
Claro que con la experiencia se crece. Con la experiencia horizontal y con la vertical. Quiero decir, la experiencia horizontal es aquella que vas cultivando con los años. La experiencia vertical es aquella que te propones aprovechar en un periodo breve de tiempo, centrándote en un objetivo artístico hasta hacerlo tuyo.
Por ejemplo, este verano. Me he propuesto hacer fotos bajo el agua. Una experiencia vertical para comprender el medio marino, muy diferente al aéreo al que estamos acostumbrados.
Como la experiencia horizontal me respalda, desde la primera ocasión en que me metí en el agua, he tenido la oportunidad de lograr unas fotos que han resultado atractivas (vease el artículo, con vídeo, de "Hacer fotos bajo el agua").
El talento se alimenta también del estado de ánimo
Ayer, en la segunda ocasión que hacía fotos en el agua, no me fiaba de nada cuando llegué a la orilla.
Solo era consciente de todo lo que podía fallar: que si el agua estaría demasiado turbia (no sucia, sino turbia por los elementos naturales marinos); que, si empleaba a una pareja de modelos en vez de a una persona sola, no me quedarían enfocadas las fotos; que el encuadre, al no poder encuadrar de manera precisa bajo el agua, sería un desastre; que si habíamos quedado demasiado tarde y el sol se ocultaría tras una montaña cercana...
El miedo se aprende
El miedo se aprende, en primer lugar, desconfiando de uno mismo. Además, aprendes por empatía del entorno social, de los que te rodean... pero esto no es un blog de asesoramiento personal.
Inconscientemente, las primeras fotos que saqué se vieron con el agua turbia, no pude disparar muchas de las primeras fotos porque la cámara no me enfocaba. Tuve que detener la sesión, salir del agua, secarme, comprobar la cámara, ver que todo estaba bien, de exclamar: "¡Y entonces, qué frutujuñas falla?".
Sin obtener respuesta a esa duda inventada por el miedo, seguí más tembloroso la sesión. Los encuadres eran patéticos; es decir, disparaba con la sola intención de comprobar que la cámara sufría ese pequeño espasmo, clik, clak, sin detenerme a buscar una postura perfecta para retratar.
Fue pasando el tiempo (estuvimos jugando en el agua una hora y media). Gracias a que la pareja que hacía de modelo se lo estaba pasando bien y aportaba ideas y gracias a que yo ya había sentido en mi mano bastantes click-clacks (ya sabes, cuando el obturador se abre, clik, y se cierra, clack), pude serenarme y encuadrar mejor, aprovechar mejor la luz (a veces, distraído, me había estado desplazando hacia el contraluz).
Me concentré en hacer las cosas bien
El miedo es el gran General que nos impide evolucionar como seres humanos. No hablo del miedo natural, imprescindible, que debe conquistarte cuando un animal cabreado aparece frente a ti con intención inequívoca de pegarte un bocado. Hablo del miedo aprendido. Del miedo que nosotros mismos creamos y amamantamos, casi siempre sin percibirlo.
Cuando el miedo desaparece, quedan las ganas.
Y las ganas se alían con la experiencia. ¡Aquí es donde tu talento crece! Con las ganas. Liberando tu creatividad...
No es fácil provocar al talento para que crezca. Es tan difícil que casi todo el mundo cree que se nace con él. Y...
Es falso.
El talento se educa
Se educa con emprendimiento, sin miedo, con ganas, con ganas en lo que haces, con ilusión. Y con trabajo.
Así que... El artículo se ha acabado. ¿Qué tal si planeas ahora una sesión espectacular? ¿O no tienes nada en la cabeza? En serio, ¿ningún deseo "luminoso"?
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