foto portada © bernard plossu
Bernard Plossu, el fotógrafo sutil
Bernard Plossu es de los fotógrafos entregados a la imagen por encima de las sofisticaciones de las máquinas. De hecho, solo dispara con un objetivo fijo de 50 mm y en blanco y negro.
Cualquier fotógrafo moderno debe someterse a su propio estilo, para especializarse y destacar por encima de los millones de fotógrafos que hacemos fotos incansablemente. Ceñirse a una manera cómoda de fotografiar para nosotros, pulir nuestros encantos para que las personas puedan reconocernos. Si somos demasiado eclécticos, nuestro estilo no está formado; lo sabemos fotografiar todo, retrato, paisaje, reproducción de obras de arte, fotografía arquitectónica..., pero no se nos reconoce un estilo personal.
Bernard Plossu (1945) es fotógrafo francés nacido en Vietnam. Ha viajado esencialmente por el Sahara, México, California y Nevada, India y Níger. Ya puedes imaginar que no es un fotógrafo de los que aparenta un look chic en Nueva York ni trabaja para una revista de moda.
Su manera de comprender el arte de la fotografía nace en los estímulos de la infancia. Para él es necesario buscar detalles que recrearan el mundo cuando lo conicimos por primera vez: las sensaciones infantiles son siempre las más vívidas. Permanecen escondidas y resucitarlas en nnuestra memoria nos produce una sensación placentera.
Buscamos lo que es invisible en nuestra memoria. B. Plossu
Esta frase indica el gran reto que supone compartir una emoción, un sentimiento, algo... ¿invisible? Me encanta que los fotógrafos usen esta palabra cuando hablan de su oficio artístico.
La Fotografía, en teoría, deja de existir si algo no se ve, si algo es invisible.
El reto consiste en mostrar cualquier cosa en una fotografía y ser capaces de remover la memoria de quien está mirando la foto.
El reto se complica cuando representamos en fotos asuntos que solo conciernen a nuestra infancia personal. Aquí, en la selección de estímulos que conducirán al espectador a reinventarse, es donde debemos trabajar constantemente.
Mírate el vídeo editado por Vicky Mendiz. Recoge las impresiones del fotógrafo en primera persona quien, al final, explica el significado de su trabajo con algunas de sus fotos.
Para Plossu, la Fotografía es la manera de vivir la vida más intensamente.
El 'momento decisivo' lo entiendo, pero no lo comparto. B. Blossu.
Se refiere a la expresión de Henri Cartier-Bresson que habla del momento justo del disparo. Cartier-Bresson afirma que si tardamos un segundo en captar una instantánea, si un elemento aparece movido un milímetro en el encuadre, cambia la calidad de la fotografía radicalmente. Hablamos de un hombre que parece que llevaba una plantilla de la proporción áurea en la cabeza.
El movimiento de las moscas
Me gusta cuando Plossu habla en el vídeo de su capacidad para moverse. Siempre me ha llamado la atención esa manía que tiene todo el mundo de quedarse de pie y situar la cámara a la misma altura, sea lo que sea lo que está fotografiando.
La cámara debe ser un ente inteligente que guías para que se sitúe en el punto exacto. Solo entonces conseguirás una perspectiva idónea, solo entonces podrás afilar la perspectiva para que entre limpiamente en la memoria.
Plossu sin embargo habla de que no necesita el momento exacto si está fotografiando, por ejemplo, un muro. Claro que no se refiere al momento del día, porque un muro no es el mismo a las 12 del mediodía o a las seis de la tarde.
¿Qué tiene una foto que los demás no ven?
Es otra de las preguntas retóricas que se hace el fotógrafo francés. La diferencia, tal y como sugiere, se encuentra en la poesía. El arte no está hecho para personas con la mente plana. Me encanta la diferencia que marca Plossu entre fotografía espectacular y fotografía sentida.
Si una foto mía es espectacular, me estoy equivocando. B. Plossu
Una foto no se mira en pequeño tamaño (casi nunca) ni se mira en medio segundo. Una buena fotografía lleva mucho más mensaje del que se aprecia a simple vista.
Los pequeños detalles existen en una foto y están ahí para algo. Si no ves los detalles, porque la foto la tienes frente a ti demasiado pequeña o porque miras fotos a la velocidad del dedo resbalando vaselínicamente sobre la pantalla de tu móvil, no estás viendo fotografía de calidad, solo imágenes insulsas. Te estás perdiendo el mundo.
Secuencias
El otro día hablaba con un creador sobre la inconveniencia de separar la Fotografía de sus dos dimensiones. Yo acababa de ver unos frescos de la época de la Antigua Grecia y se me despertó el interés por romper la bidimensionalidad de las fotos. Pero pronto me desengañé. Me dije, oye, la condición esencial de una foto es que tenga dos dimensiones y que se pueda reproducir muchas veces. Si vistes con un vestido real la foto en papel de una modelo, te metes en escultura. La fotografía solo será testimonial, no la protagonista.
Por eso me gustan las secuencias que propone Plossu. Ambas son bidimensionales y se pueden reproducir múltiples veces.
Dos fotos relacionadas entre sí como las páginas enfrentadas de un libro. La idea se acerca al lenguaje cinematográfico, pero se queda a medio camino. Dos fotografías pueden someter a un observador a sentir una causalidad... Sí, quizá una secuencia con dos fotos es demasiado explícita, quizá pertenezca más al "arte" conceptual. Pero está bien experimentar con ideas.
Lo que debe hacerse con las primeras ideas es darles una y dos y tres vueltas de rosca, hasta alcanzar la genialidad.
Lo más bonito de este proceso es que debe ser silencioso. Una foto espectacular habla groseramente. Nos gustará, nos relameremos con el gusto repentino que nos ofrece y desaparecerá de la memoria.
Cuando la volvamos a ver, nos diremos, ah, sí, ya la he visto. Y la foto ya se ha muerto.
Una foto que se basa en los pequeños detalles, permanecerá en nuestra memoria. Cada vez que la miremos, se amoldará a nuestro estado de ánimo. Será una fotografía viva.
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