foto portada: ©xisco fuster
3 diferentes maneras de sacar fotos en tus viajes
- Puedes viajar solo con tu cámara a un lugar siempre deseado y vestir cada paso que das armado con tu cámara.
- Puedes decidir marcharte de viaje con tu pareja a un lugar especial y sacar fotos, por supuesto, fotos a tu pareja en los monumentos más señalados, del tipo, ya sabes, "yo estuve aquí".
- Puedes viajar con tus amigos o con tu familia y sacar millones de fotos a unos y otros en cada plaza, en cada calle, en la nieve, desde cuando saltamos de la cama y bostezamos con una sonrisa hasta la cena tras la puesta de sol en la playa.
Yo he viajado de las tres maneras. Y, en cualquiera de las tres das con el éxito y con la decepción. Nada es perfecto.
En los viajes queremos que pase de todo.
- Queremos disfrutar de lo que sale fotografiado en todas las webs de viajes que se precien.
- Queremos también descubrir nuevos rincones a los que nadie acude; rincones que también aparecen en los blogs de viajes como lugares secretos que nadie conoce (y nos lo creemos).
- Y, como fotógrafos más serios, queremos que nuestras fotografías sean algo excepcional, único, algo que nadie ha mostrado en ni uno solo de los blogs de viajes que has visto.
Lo queremos todo.
La foto exacta
En primer lugar, si quieres un reportaje de fotos intenso, único, con tu sello personal, como fotógrafo serio, necesitarás centrar tus planes de viaje en torno a las fotos.
Te despertarás pronto para fotografiar el amanecer en la playa de Railay, en Tailandia. Habrás estudiado el día perfecto en que el estado del mar y del cielo sean los que tú necesitas para la idea que tienes en la cabeza. O pensarás en una foto al mismo paisaje con luces grises; necesitarás un día encapotado y con la luz desmayada.
Manda primero el deseo de la foto exacta y todas sus necesidades son las que vas a tener que saciar. No piensas en la hora de comer, en el momento de beber copas, no dependes de que nadie se despierte de una vez por todas porque te va acompañar.
Solo piensas en tus fotos.
La foto dolida
Sí que duele. Tus manos están debatiéndose entre acariciar y mimar el cuerpo de tu pareja por un lado y agarrar tu cámara con sus objetivos perfectos, calibrar la entrada de las luces a tu sensor por otro lado.
Es decir, tu pensamiento se marea entre los planes para compartir espacios con tu amante o en fotografiar esos espacios, tus deseos dudan entre enredar tus brazos en el cuerpo de tu compañera, embriagarte con una copa de vino al atardecer mientras le miras a los ojos o clavar el ojo al visor para posar la yema de tu dedo en el disparador pensando en que vas a lograr algo único. Una foto única en tu vida.
Dos deseos se contraponen. Solo por eso, por querer dos cosas opuestas, ya no estás disfrutando de tu viaje.
Así, que, ya lo habrás adivinado, te enredas con tu pareja y en un momento que tú crees que es adecuado para sacar una súper foto pero es imposible porque estás enamorado de amante, disparas como lo haría cualquiera con su móvil, para captar el momento. Y ya está.
Luego ves las fotos que has sacado, enlas que no has podido exprimir tu talento. Y te duelen. Te duelen esas fotos.
A veces, querer dos cosas a la vez resulta cosa fea para ti.
La foto divertida
Sabes que entre una juerga y otra, con tus amigos o con tu novia, no vas a poder sacar fotos serias, es decir, de eesas donde nada falla y el mensaje es único. Así que ni metes tu súper cámara en la maleta. Llevas una normalita, una que puedes sacar de paseo en cualquier momento, que no moleste (y hasta corres el riesgo de olvidártela en cualquier sitio). La ventaja: capturarás fluidamente lo que vaya sucediendo por ahí. Y después lo recordarás con alegría, sobre todo cuando las revises sumergido en tu rutina.
El riesgo es que luego te arrepientas de no haber cogido la cámara buena.
Pon que decides ir a Formentera. Vas a ver la puesta de sol junto a la isla del Vedrá. Pones el fular estampado con un mandala sobre la arena y os sentáis tú y tu novia con dos mojitos en la mano. La belleza del cielo naranja se mezcla con la intensidad azul del mismo a vuestras espaldas. La isla del Vedrá a contraluz viste su silueta de negro para sugerir que rescates del recuerdo tus infelicidades y las metas en el agua dorada.
Un sorbo a tu mojito.
Las personas que antes reían y bailaban se han detenido un instante para ver el adiós de la estrella en silencio. El sol muere con su último rayo sumergiéndose en el Mediterráneo. Y la gente aplaude. ¿No es alucinante?
No me lo invento, sucede así: la gente le aplaude a la belleza.
Sí, también podrías haber fotografiar todo eso. Pero no lo habrías disfrutado. Ese beso metido adentro entre aplausos y el sol de camino a la noche no es lo mismo con una cámara en la mano.
Puedes tentar a la suerte. Quizá al día siguiente puedas ir con tu cámara, la buena, la que al final has decidido también meter en la maleta, por si encuentras un momento solo para ti y vas a fotografiar lo que has vivido en la puesta de sol anterior.
Esta genial el aporte. Reciba un cordial saludo.